Archivos Septiembre 2014

Copia del Acta de Fundación de Monterrey.

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El material del Archivo del Estado de Nuevo León está dividido en dos acervos: uno histórico (1824-1950) y otro contemporáneo (1951-2007). Algunos de los expedientes del acervo históricos se encuentran en resguardo especial, dentro de una caja fuerte acondicionada especialmente para ello. Esta medida de seguridad se tomó debido al valor histórico y cultural de dichos expedientes.

Entre éstos expedientes se encuentran documentos tan importantes para la identidad nuevoleonesa como lo son los originales de las cinco Constituciones del Estado (1825, 1849, 1857, 1874 y, la vigente, de 1917) y las actas de sesiones que registran las discusiones en el pleno de los días en que se decidió el contenido de todas y cada una de ellas. 

En este acervo especial se mantienen también los decretos promulgados por el Congreso Constituyente, una carta del primer presidente de la República, Guadalupe Victoria dirigido al Congreso, con motivo de su instalación y expedientes, encuadernados, relativos a la Fundación de los Aldamas. Sin embargo uno de los documentos que más llama la atención a los visitantes del Archivo es una copia del Acta de Fundación de Monterrey, que data de principios del siglo XIX.

El documento en nuestro resguardo esta fechado el día 19 de Febrero de 1819 y se encuentra firmado por el Sr. Don Francisco Bruno Barrera, Alcalde Ordinario de Primera Elección y Secretario Político Interino de esta Provincia del Nuevo Reyno de León, dando fe de la autenticidad de la copia. A su vez, el documento está basado en una copia anterior, fechada el 2 de Abril de 1739, y realizada por mandato del Gobernador de este Nuevo Reyno de León. Este testimonio de la fundación fue firmada por Don Bernardo Wssel y Gimbardo, Alcalde Ordinario de Primer Voto de la Ciudad de Monterrey. El escribano público de cabildo y encargado de la redacción del documento fue el Sr. José Fernández Guajardo y, como testigos de que la copia se realizara con toda veracidad, estuvieron presentes los señores Don Gregorio Fernández de Tijerina, Don Luis de la Serna y Don Juan José Guajardo. 

Diversiones Públicas

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8 de septiembre de 1877

Batalla de Monterrey

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Luego de las derrotas sufridas por el ejército mexicano, el gobierno federal ordenó la sustitución del General Mariano Arista por Francisco Mejía. Sin embargo, el primero, antes de entregar el mando, ordenó que la segunda sección de ingenieros acampados en Linares, marchara a Monterrey para organizar la defensa.

Por su parte, el enemigo norteamericano avanzaba hacia Cerralvo, procedente de Camargo, Tamaulipas. La noticia era que traían consigo una infantería conformada por 1300 hombres.

El Batallón de Auxiliares en Monterrey se puso de inmediato al servicio de la causa mexicana. El encargado del control político y militar del estado, el General Pedro Ampudia, se encargó de que albañiles y carpinteros ayudaran a la fortificación de la ciudad. También ordenó el acopio de armas, caballos y víveres.

Ampudia proponía combatir en Marín pero Arista ya había propuesto, antes de ser destituido,  la sierra de Mamulique. Luego de una junta de guerra, los militares decidieron levantar tres fortificaciones en la Ciudadela, las Tenerías y el Obispado.

La ruta seguida por las tropas norteamericanas desde Cerralvo a Monterrey, y del 14 al 19 de Septiembre, fue por Marín, Agua Fría, Apodaca y San Francisco, Apodaca. Acamparon en el Bosque de Santo Domingo (hoy en San Nicolás de los Garza).

El 20 de septiembre las tropas a mando del General Worth se dirigieron al suroeste para cortar comunicaciones de Monterrey con el centro del país, tomando el camino a Saltillo. Para el día 21, los norteamericanos ya habían tomado la Loma Larga: el Fortín de la Federación.

En el oriente de la ciudad, los invasores atacaron el Fortín de la Tenería. El enfrentamiento duró cinco horas. El Fortín del Diablo fue defendido por las tropas comandadas por Joaquín de Arenal. 

El General Mejía, apoyado en 300 hombres originarios de Aguascalientes y Querétaro, defendió el Puente de la Purísima, ocasionando numerosas bajas al enemigo. Con las maniobras realizadas en este punto se logró hacer retroceder a los norteamericanos hasta Santo Domingo.

El día 22 el ejército invasor se hizo del segundo y más estratégico fortín mexicano: el del Obispado, defendido por el Teniente coronel Francisco Guerra. Después de que corrió la noticia se ordenó la concentración del ejército en línea interior (dejando abandonadas las avanzadas por el norte, oriente y poniente de la ciudad).

El día 23 se dio la feroz y trágica defensa por el corazón de la ciudad. Los norteamericanos tomaron la Quinta de Arista, luego de bajar por Hidalgo y Padre Mier. 

Ese mismo día el general Ampudia dialogó con el enemigo. Se decidió que el ejército nacional se retirara con sus armas a Saltillo y se comprometió a respetar la línea de batalla por siete semanas. Las concesiones ganadas por los negociantes mexicanos (Ampudia, Tomás Requena y José García Conde) a Taylor no fueron muy bien vistas por políticos de su país (quienes hubieran preferido la captura de las armas y los hombres del ejército mexicano) pero la Batalla de Monterrey fue considerada una gran victoria por el pueblo americano. A pesar de ser uno de los episodios más sangrientos de la guerra, con 439 mexicanos y 489 norteamericanos muertos, fue romantizada en la cultura popular del país vecino, a través de la prensa patriótica y las canciones populares.

Fuentes:  

Leticia Martínez Cárdenas, César Morado Macías y Jesús Ávila Ávila, La Guerra México-Estados Unidos, Senado de la República, 2003.

Tompkins Harrison Matteson (1813 - 1884), Lith & pub. by J. Baillie, New York

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