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Te extrañamos Tucita

10 de Noviembre 2014

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Autor: Grupo Legislativo PAN

Alguien me habló todos los días de mi vida al oído, despacio, lentamente.
Me dijo: ¡vive, vive, vive!
Era la muerte.


Por: José Luis Galván Hernández.


Algunas vez me toco oír en voz de María Eugenia Llamas  recitar a Jaime sabina. Y si bien físicamente ya no esta ella vive, vive, vive, en espíritu y todas las cosas que nos dejo  con su talento y pensamientos .  Y por supuesto  vive    y esta muy presente hoy con sus hijos Fernando, María Eugenia, Luz María.  Gracias por acompañarlos aquí.

La Tucita, Maria Eugenia Llamas se fue. Nuevo león  ha perdido una de sus hijas adoptivas consentidas. Maria Eugenia Llamas serà por siempre esa maravillosa niña de 4 años que a todos nos hizo reìr, llorar, reunirnos frente al televisor en familia para disfrutar una y otra vez de una de esas películas en las que acompañò a Pedro Infante, por citar solo uno de los importantes actores con los que compartio rodaje.

La vida es efìmera. La vida se agota. La vida se evapora, es asì! Es la ley. Sin embargo, los recuerdos permanecen. Los legados se heredan...y aquellos virtuosos que trascienden màs allà de su propio linaje, aquellos que dejan raìces màs grandes a las que encontraron al llegar, como Maria Eugenia, ellos viviràn por siempre. Ellos trascienden. Ellos, ellos permanecen.

 

Hoy, a sus hijos Fernando, Maria Eugenia y Luz Marìa, queremos decirles que admiramos profundamente la labor de su madre, no solo como actriz sino como una ciudadana ejemplar en nuestro querido Monterrey, que realizò una labor sobresaliente en pro de la cultura desempeñàndose como coordinadora del INBA, como docente de narración oral, escènica, de teatro y creatividad. Asì mismo, fue directora de Cultura en el Municipio de Monterrey. Todo esto por citar solo algunos de los cargos en los que se desenvolviò.

 

Maria Eugenia  Ademas  fue una gran  activista social. una activista que reclamaba los derechos de los grupos minoritarios, de quienes no piensan y actúan como quienes se sienten con el derecho de imponer su voluntad a costa de lo que sea.

Basta recordar que María Eugenia Llamas salió a las calles de Monterrey a mitad de la década de los 80 para reclamar los derechos de los homosexuales y las mujeres.

Dentro de una sociedad que no se atrevía a reconocer la afectación de una pandemia, como es el Virus de Inmunodeficiencia Humana, salió a las calles para informar sobre cómo prevenir esta enfermedad, apoyando agrupaciones que orientaban a quienes habían adquirido el virus.

Se le vio activamente en las marchas y eventos que organizaba la fundación Abrazo, una de las primeras agrupaciones dedicadas a hablar del Sida en Monterrey.

Si María Eugenia Llamas viviera, seguramente en estos momentos estaría exigiendo justicia por los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa Guerrero.

Maria Eugenia fue una madre, esposa y profesional ejemplar. Siempre sonriente, siempre ocurrente, siempre con esa chispa de aquella niña de 4 años viva en su mirada. Siempre sonriente, ocurrente, y en verdad, les decimos, Fernando, Maria Eugenia, Luz Marìa. La vamos a extrañar.

 A poco más de dos meses de su partida al viaje sin retorno, no nos queda más que decir gracias María Eugenia Llamas, gracias Tucita, por ser como fuiste .

 

 

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